domingo, 23 de noviembre de 2008

Novedades literarias (II)

Perdición

¿Recuerdas cuando los parques rebosaban vida? Niños por aquí y por allá riendo y jugando. Me encantaba observarles. Su vitalidad me alegraba el día. Ahora bajo al parque y no veo más que ancianos esperando su inminente final.
¿Dónde han ido los niños? ¿Quién me los ha robado? Seguro que ha sido la televisión y los videojuegos. Ellos han cogido sus inocentes almas y los han convertido en aberraciones sedientas de sangre. ¿Y sus padres? Dios los puso en la Tierra para velar por ellos y protegerlos pero han fallado en su misión.
Pero no os preocupéis hijos míos, yo os salvare antes de que vuestra perdición sea definitiva. Pronto vuestras almas estarán de nuevo con su creador.

martes, 4 de noviembre de 2008

Novedades literarias

Os voy a dejar mis últimas aportaciones a Quimicamente Impuro y Breves no tan breves.

Desde el Infierno

Sus habitantes, los más desdichados de la creación, estaban a merced de las modas. Tan pronto sufrían una intensa tortura rodeados de intensas llamaradas como se encontraban flotando en un espacio infinito sin otra cosa que hacer que recuperarse de la agonía padecida.
Los demonios aprovechaban sus épocas de existencia para ensañarse con sus huéspedes, o al menos, eso ocurría en los viejos tiempos. Últimamente, agobiados por la enorme cantidad de pecadores que ingresaban al año, apenas podían castigar levemente a todos. Así que debían ser elegir muy bien a quien se dedicaban. Dios, preocupado de que éste hecho aumentara todavía más el número de clientes del averno, bajó desde el Cielo para pedir explicaciones.
—Quisiera saber cuán ciertos son los rumores que dicen que los pecadores no están siendo debidamente castigados.
—No conceda demasiado crédito a los rumores, señor. Lo tenemos todo controlado. Ya que nos es imposible castigar a todos lo que vienen, los agrupamos según sus pecados y a los más graves les damos preferencia. A ver… Tenemos ladrones, violadores, asesinos, pederastas,…
—No se olvide de los ateos.
—No se preocupe, señor. Esos siempre van los primeros.


Sensaciones

Las ramas secas crujían ante su paso firme y confiado. Aunque se encontraba paseando por el último reducto de la selva virgen en la Tierra, no tenía miedo, ya que sabía que nada malo podía sucederle. Sentir el viento azotando su cara o escuchar el sonido de los pájaros eran experiencias únicas que trataba de disfrutar siempre que tenía ocasión. Pero esta vez algo era diferente. Desde que entró, no pudo desprenderse de una extraña sensación que le hacía preguntarse si lo que estaba sintiendo era realmente lo que debería estar sintiendo.
Una orden mental bastó para finalizar con la simulación. En un momento, los árboles centenarios dieron paso a un lujoso apartamento en el centro de una gran megápolis. Su mujer lo esperaba, como siempre, sentada frente a la holotelevisión.
— ¿Te has divertido, cariño?
—No mucho. No he podido evitar sentirme extraño. ¿Alguna vez te has preguntado como sería visitar realmente el Amazonas?
— ¡Que tontería! ¿Quién querría hacer ese horrible viaje teniendo un simulador en su casa? ¿Es que no has oído hablar de los mosquitos?


La Navaja de Occam

Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito. Y seguramente sería pronto ya que no había ningún chico en todo el Orfanato que no se hubiera sumado a la investigación, tampoco es cómo si tuviéramos algo mejor que hacer. Fantasmas, energía psíquica, fenómenos electromagnéticos desconocidos... cualquier teoría, por disparatada que fuera, servía para explicar por qué cada día el espejo del baño amanecía ladeado ligeramente. Por supuesto, nadie tuvo en cuenta la explicación más sencilla. Y como cada mañana, yo me seguía riendo de todos ellos.


La Dura Espera

La mujer que había dentro de mí no podía esperar más. Durante años había permanecido aletargada en la oscuridad esperando su oportunidad. Tras muchas dudas y miedos, salió a la luz sólo para ser recibida con asco por mi familia, con recelo por mis amigos y por completa indiferencia por la administración. Al final todos acabaron por darme la espalda. Pero ya nada de eso importa, porque hoy es su día.
—Duerma tranquila. Cuando despierte todo será diferente.