¿Para qué?
El otro día vi por segunda vez Pequeña Miss Sunshine. No voy a hablar de la película, que por cierto os la recomiendo a todos, sino de algo en lo que me hizo pensar. En ella se puede observar una gran crítica a los concursos de belleza mediante la parodia de estos.
Y es que los concursos de belleza, y mas concretamente en los infantiles que es el que nos muestra la película, se puede considerar como la indicio de uno de los mayores problemas de la sociedad actual.
Nos encontramos en una sociedad en la que todo se reduce a tu aspecto. Tus conocimientos o tu carácter no importan. Si hay mucha gente que dice que lo importante es el interior pero realmente no somos más que una pandilla de hipócritas ¿verdad? Forzamos a nuestros niños a que sufran un sistema educativo mientras que por detrás les estamos enseñando por la tele que si eres guapo, famoso e ignorante, no vas a hacer nada en tu vida, vas a ganar una pasta y vas a ser adorado por todos.
Hace unos días, haciendo zapping di con la nueva edición de Supermodelo, ese reallity dirigido a “formar” modelos. Creo que era la abertura del programa y lo que vi a un montón de jovencitas en bikini desfilando. Y luego salían diciendo lo bien que lo habían hecho. ¡Venga ya! ¿Se creen que alguien había observado como lo habían hecho? Debía ser una recopilación porque justo después aparecían dos llorando porque las habían echado y la presentadora consolándolas y diciéndoles que su sueño no se había acabado.
¿Qué estamos haciendo mal para que el sueño de tantas adolescentes sea convertirse en maniquíes? ¿Para qué no sean capaces de aspirar a nada más? ¿Para qué van a hacerlo?
Hace meses en ese genial programa que es Caiga Quien Caiga hicieron una entrevista en una fiesta VIP de esas a las que el 80% de los mortales sueñan con ir. En su afán por tocar las narices se pusieron a hacer preguntas de cultura general. Nunca he sentido tanto asco por nadie como durante aquel programa. Preguntas fáciles tipo ¿Quién fue Miguel de Cervantes? Con respuestas como No se… ¿un pintor?
¿Y esa es la clase de gente a la que se admira hoy? Porque no nos engañemos, la culpa no la tiene el sistema. La culpa la tenemos nosotros. Cada vez que compramos un HOLA les estamos manteniendo y cada vez que vemos un Tomate les estamos enriqueciendo.
Mientras nuestros universitarios se dan un “cantico en los dientes” si logran un sueldo de 1.000 Euros, Una pandilla de ignorantes se lleva millones por decir gilipolleces y nosotros como gilipollas lo toleramos. Y luego nos extraña que la juventud no estudie, que no se esfuerce. ¿Para qué iba a hacerlo?