martes, 26 de junio de 2007

Mamá, quiero ser creyente

Si hay un concepto que siempre me ha fascinado ha sido el de la fe. Aunque cada religión tiene su definición, viendo la de la RAE podríamos considerar la fe como la afirmación de que algo es cierto. Bien hasta aquí todo correcto. Este es el significado que se emplea cuando hablamos de lo notarios por ejemplo, aunque no es que me produzca mucha confianza, la verdad sea dicha, pero dejemos eso para otro momento.

Vamos al sentido más propiamente religioso, ¿en que se basan las religiones para decir que algo es cierto? Principalmente todos empezamos en una religión por educación o influencia de otros, con lo cual podríamos deducir que en este caso podríamos identificar fe con argumento de autoridad. Apliquemos esto a la religión cristiana. El sistema de creencias cristiano se basa en la Biblia como base de su veracidad, ya que esta es Palabra de Dios y como tal, incontestablemente cierta. Pero rizando el rizo un poco más, ¿Cómo sabemos que ese manuscrito redactado hace más de dos mil años (o no) es la Palabra de Dios? Porque toda la vida nos lo han repetido una y otra vez, ¿a que me suena esto? A argumento de autoridad. Creemos que un libro es la Palabra de Dios porque nos lo ha dicho un hombre. Personalmente, eso no me parece muy incontestable.

Ya se lo que dirán muchos, que eso no es la fe (aunque eso es lo que practican la mayoría de personas creyentes que he visto), que la fe es algo más grande que surge de nuestro interior. De acuerdo. La fe así entendida es cierto que surge de nosotros, y más concretamente de nuestro sentimiento más poderoso, evolucionado a lo largo de milenios, y que se puede encontrar en prácticamente todas las especies conocidas, al menos las que tengan un sistema nervioso mínimamente sencillo. ¿El amor? No, el miedo.

A primera vista puede parecer un poco chocante pero si lo observamos un poco es así. Todas las criaturas se mueven por el miedo, sobre todo por el miedo a la muerte y nosotros como cima de la evolución no podíamos ser menos. Vivimos nuestra vida en un mundo duro, cambiante y agresivo, y encima una vida corta y llena de angustias. ¿Para eso estamos aquí? No puede ser cierto, esta vida tiene que tener algún sentido.

Y desde aquí, los primeros filósofos griegos, muy racionistas ellos, se revelaron contra esto, poniendo a este mundo por debajo de otro, divino, al cual accederíamos tras la muerte. Si ya se que he resumido siglos de Filosofía en dos líneas, y esto es muy injusto, pero solo he hecho lo que hicieron los cristianos desde el principio. Y es aquí donde se explica la fe personal, en el miedo a la muerte, en el miedo a que todo el sufrimiento que estamos padeciendo no tenga una recompensa. Cuando me hablaban de la Trinidad de pequeño, me decían, no podemos entenderlo pero, tranquilo, cuando muramos y veamos a Dios seremos capaces de entenderlo todo. A mí me apasionaba esta idea, cuando muera seré capaz de entenderlo todo, esto no es capaz de decírtelo la ciencia ¿eh? Por esa parte, yo deseo profundamente que exista Dios o cualquier tipo de vida después de la muerte.

Pero que yo lo desee, o lo deseemos todos no importa lo mas mínimo. Yo deseo volar con todas mis fuerzas y no me veras intentar tirarme desde mi ventana a probar. Por mucho que nos cueste aceptarlo, la realidad es la que es, y es cuestión de madurez aceptarla así y disfrutar de nuestra existencia lo máximo que podamos porque no vamos a tener otra.

1 comentario:

asimov dijo...

Ese último párrafo no es fácil que sea entendido; si lo fuese, el mundo sería de otra forma. Quizás algún día no muy lejano...

salu2.